Tipo de Cambio.
La tarde de ayer salí de la oficina dos horas mas tarde de lo acostumbrado, cansado, sin comer, pero satisfecho de que pude avanzar en dos proyectos importantes de la empresa, ( si hubo que meter un poco de presión extra en muchas partes),así que decidí regalarme un buen momento de lectura en el transcurso de la oficina a casa, por lo cual tome el Metro en la ruta directa a casa, que curiosamente tarda unos 40 minutos a diferencia de la ruta de trasbordo que me toma unos 20, pero bueno la idea era ir tranquilo leyendo..así que el “directo” fue la opción.
Ya acomodado en mi asiento y bastante metido en mi lectura ( estoy a mitad de “Los Hombres Que No Amaban A Las Mujeres” de Stieg Larsson) no me percate de quienes subían o bajaban, o bien se sentaban a mi lado, hasta que una conversación me saco de mi momento de lectura; ahí estaba de pie una viejecita que sencillamente me encanto, una mujer indígena que si bien se le notaba no contar con muchos recursos venia mucha mas limpia que otros tantos, con sus trenzas bien formadas y adornadas con listones entre el cabello, además de despedir un olor a limpio aunque se reflejaba en ella que había estado trabajando todo el día, en un brazo su canasta de dulces y en su mano derecha sostenía un billete de un dólar, frente a ella, sentada a un asiento de distancia de mi una mujer joven, una secretaria tal vez. Su platica era sobre el billete de dólar, la ancianita le pregunto si ese billete de verdad servia, ya que decid que no era uno igual a los de “nosotros” y se lo había dado un “güero” por unos dulces, la mujer sentada le dijo que si era un billete real, que era un dólar y que valía unos 10 pesos. La viejita le comento que si ella se lo cambiaba, la mujer sentada le dijo que podía ir a un banco y que ahí sin duda se lo cambiarían, la viejita argumento que ella no sabía leer, si apenas contar, la mujer sentada le dijo que no importaba, que fuese al banco y que así sin mas se lo cambiarían…..la cara de la viejita se torno un poco triste, vamos, que yo no se ustedes pero ir al banco no es mi máximo, ya ni hablar de una mujer de clase tan sencilla como la ancianita..y pues tanto mi Ángel de la Guarda como mi Diablo de la Retaguardia accedieron en que podíamos hacer algo al respecto; así que sin mas me dirigí a la señora y le dije, al momento que le extendía un billete de 20 pesos, que yo le cambiaba su dólar; su sola sonrisa me compuso el día y me deshizo el nudo de hambre que traía yo en el estomago, y fue ahí donde paso lo “curioso del asunto”, la mujer sentada protesto diciendo que el billete que yo le estaba dando valía mas que el dólar, la ancianita, muy calmada eso si, me ofreció una moneda de 10 pesos que yo rechace, y la mujer sentada me decía que la agarrara, bueno me exigía que la agarrara!, la ancianita obviamente insistió, pero yo le pedí que por favor se guardara el dinero diciéndole una mentira, que yo trabajaba en un banco y que en mi banco el dólar valía 20 pesos, la mujer sentada nuevamente intervino diciéndome –mentiroso!- y se volvió a la viejita diciéndole que era mentira lo que yo decía, que el dólar valía 10 pesos!. La viejita entonces me dijo que agarrara unos dulces que juntaran los 10 pesos, pero la verdad, es que no quería un dulce así que hice un trato con la señora, le dije que recién me habían sacado una muela (lo cual es cierto) pero que me hiciera el favor de darle los 10 pesos de dulces a algún niño que ella viera que los pudiera querer, ella asintió con una sonrisa y con un movimiento de cabeza, nuestra amiga sentada intervino nuevamente preguntándome airadamente que como sabría yo que le daría el dulce a algún niño, yo le conteste que yo sabia que lo haría….me miro con una cólera que es difícil de describir mientras me disparo un – pues allá tu y tu dinero-, la verdad, me ardí, así que cual malaleche que puedo ser, le pregunte a la señora que cuanto costaban unos chicles, - 2x 5 joven- entonces tome dos y se los puse en las piernas a la mujer sentada. Por fin cerro la boca.
Una estación mas adelante me tocaba bajarme al pararme de mi asiento la mujer a mi lado volvió a dirigirse a mi para decirme con todo y mueca de desprecio – pendejo-, antes de bajarme la viejecita me tomo de la mano y me dio una bendición….mi corazón de esponjita se puso bien chiquito……..al llegar a casa no pude cenar, ni continuar leyendo, seguía pensando en la mujer sentada y su enojo…así que mejor me di un baño y a la cama…dormí como hacia mucho no lo hacia.