Dice uno de mis editorialistas favoritos y más admirados (Armando Fuentes Aguirre), que cada poeta tiene su árbol, y aunque yo no soy poeta si tengo mi árbol.
Vuelvo aquí para ver donde estoy
Aquí crecí
Es decir que aquí me caí y me levante
Me raspe las rodillas, y gane al fútbol
Fui estrella del béisbol y vi caer la tarde fuera de casa
A lo largo y ancho de esta calle fui niño
Y me fui para ser adolescente
Y hoy volví como adulto
No se lo dije a nadie, pero te lo digo a ti
No extraño la casa, ni extraño algún recuerdo
(al fin y al cabo son solo recuerdos)
Extraño más que nada y más que a nadie los almendros
A los que les quite los frutos para jugar a la guerra
o para probar sus acidas mieles
a los que subí para tener por primera vez una visón distinta del mundo
de los que me caí para conocer la sala de urgencias de un hospital
a los que les pedí consuelo cuando vi partir por primera vez a un amigo
los que con sus hojas me taparon del sol, y me enseñaron a verlo con respeto
los que en tiempos de lluvia me cubrían,
y en tiempos de frío me enseñaron que hay dejar ir
para recibir en primavera.
Los mismos que daban cabida a niños y gusanos en sus ramas
Con la sabiduría que hay espacio para todos
Hoy donde vivo, donde soy y donde estoy
Nadie ve almendros, nadie más que yo.
Tuesday, April 25, 2006
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