Yo no fui un niño modelo,
solamente …fui niño, uno que tuvo todas las capas que pude necesitar para
correr contra el viento y creer que volaba, si es que no volé de verdad más de
una vez, fui tanto Batman como el hombre araña, tuve crayones y colores, con
los cuales ilumine cuadernos, libros para colorear y las paredes de casa de mis
abuelos y mis padres, me subí y me caí de resbaladillas, columpios, pasamanos,
arboles, bardas y aunque en muchas ocasiones pase de risas a llanto, siempre
acabe con las rodillas raspadas y la sonrisa en la cara.
Tuve todos los micrófonos que se
puedan imaginar y al público más fiel..rompí más de un par rodillas de
pantalones del uniforme de la escuela por estar jugando a las canicas, corrí
como loco para quedar más lejos cuando jugaba al Stop!, pero siempre había quien
con tres pasos largos, dos normales y tres chiquititos me alcanzaba.
Encontré los mejores escondites
para poder salir corriendo y decir – tan, tan por mí y por todos mis amigos-, pero
no me salve de contar hasta 50 o 100. Comí galletas hasta que me dolió la panza
y para remediarlo me tuve que tomar una cucharada de aceite de oliva con sal…iiiuuuuk,
pero después me preparaban un rico atole de arroz.
Tuve juguetes pero mejor aún,
tuve con quien jugar; construí aviones, barcos y coches de plastilina, ninguno voló,
floto o corrió, pero me divertí mucho en los intentes de que lo hicieran.
Me sabía todas las caricaturas,
pero también tenía muchos libros en los cuales me perdía por horas.
Y por eso es que hoy día sigo
cantando, me sigo cayendo pero me sigo poniendo de pie con todo y las rodillas
raspadas, sigo intentando y divirtiéndome mientras lo hago, es eso que no puedo
decir, porque no es cierto, que odio el día del niño, porque si bien no fui un
niño modelo, fui, simple y sencillamente niño y uno feliz, muy feliz.