CRONICAS DE UN PEATON XV

La verdad es que lo vi con curiosidad, el trataba de aparentar no estar perdido y buscaba con ojo del ladrón (que mira sin mirar) el directorio del edificio, ubicando las diferentes oficinas de tramite. Me le acerque y le dije –elevadores de aquel lado, unos dicen que van a pisos nones y otros pares-, la coincidencia nos puso en el mismo elevador y en el mismo piso , más aun en el mismo juzgado. Al verlo sacar sus escritos de un fólder le indique donde tenia que entregarlos para que le dieran tramite y le pase como “tip” el nombre de la chica que los recibe y que le elogiara los aretes que traía ( a ella le fascina coleccionar aretes).

Solo volteo y me dio las gracias. Justo al salir lo volví a ver y entonces se me acerco y me pregunto que si de verdad tan perdido se veía y que si se notaba que era su primer día asistiendo a los juzgados, solo le dije que me recordó mucho a mi, unos años antes en los cuales me iniciaba yo en el mundo de los juzgados. Se sonrió y me invito un café que acepte gustoso.

Al salir del edificio , me lo tope de frente y me extraño que nadie se hubiese dado cuenta de que se le habían caído los papeles que llevaba, lo que no me extraño es que todos pretendieran darse cuenta, me acerque y le ayude a recogerlos –gracias – me dijo enderezándose sobre su bastón, pero su cara aun lucia contrariada, no pude evitar preguntarle si estaba bien – es que tengo que ordenarlos ahora y cuando uno ya no ve bien todo se complica- Que mas podía hacer sino ponerme a leerle los papeles y ayudarlo a ordenarlos 15 minutos de mi tiempo seguro le ahorraron algunas horas del suyo, a su edad, ordenar unos papeles puede ser una verdadera perdida de horas vida. Lo acompañe y lo deje en un taxi.

Mientras esto escribo me hago a la famosa premisa aquella de “Como te ves me vi, como me ves te veras”.